Con la llegada de la
primavera a Rapsofalaria lo único que le apetece es sentarse en una
terraza o perderse en el monte para no pensar: “ok, no es momento
de secuestros, ya estamos lo suficientemente jodidos”.
Aunque menos divertido,
caña en mano y decidida a que sean los poetas quienes vengan
voluntariamente a las oficinas de la organización, me encuentro con
Felipe Zapico bebiendo un “Litro de versos”, de Eolas ediciones.
Pido uno de esos al camarero, a ver si se me pega algo, pero el poeta
ha consumido el último barril. “Otra vez será”, me digo. De
pronto, Zapico se levanta ebrio y lúcido a la vez, con una leve
inclinación a la siniestra, mientras declama: “Cae la
tarde/aplastándome,/viene la sed/y la sed me seca”. Me propongo
seguirlo y se me escapa, pero gracias a la guía de navegación, me
lo encuentro abrazado a un árbol. Como si nada, se desplaza hacia
otro paisaje, con su cámara fotográfica dispara a las presencias
que temerarias se le cruzan, me escondo. Se detiene a hacer “Balances
Parciales”, de nuevo de Eolas: “Una mañana fui
dios/cáustico/abrupto/desperdigando/a la noche”. Lo vuelvo a
perder, pasada una semana, me cuentan que ha ido a un festival en el
norte, a un recital en el sur, a una protesta en todas partes,
entretanto, ha acudido a su trabajo en la universidad donde enseña a
fabricar una bomba en el cráneo que restablezca las conexiones
neuronales.
Regreso a casa, me
conecto a internet y descubro que están buscando a “El ladrón de
peras”, de editorial origami. Unos ojos bajo un pasamontañas
parecen desvelar la identidad de Zapico. Sigo el rastreo y escucho al
grupo de rock Deicidas, canta el poeta. Comprendo que es
imposible seguirle la pista hasta el final y me atrevo a pedirle que
me conceda la siguiente entrevista:
Rapsofalaria: De no ser
tú ¿quién te gustaría ser?
Zapico: Tal vez tú.
Rapso: ¿Cuál es tu
arma?
Zapi: La desobediencia.
Rapso: Por favor,
completa estas frases: “odio...” “amo...” “deseo...”
Zapi: Odio al que odia,
amo al que ama y deseo al que desea. (Tal vez habría que ajustar los géneros, pero así está bien).
Rapso: ¿Solo o con
hielo?
Zapi: Siempre con hielo,
mucho hielo
Rapso: ¿Noche o día?
Zapi: Día (gasté todas
las noches ya)
Rapso: ¿hacia dónde te
diriges?
Zapi: Al fondo.
Rapso: ¿Una canción?
Zapi: Cancún motel, la
que acabo de componer y grabar
Rapso: ¿qué te inspira?
Zapi: Todo, absolutamente
todo y eso es un desastre.
Rapso: ¿un poema?
Zapi:
Me he puesto una
cremallera
en la cicatriz
de tu ausencia.
Teresa Naranjo Pérez.
Escupideces
Rapso: ¿un libro?
Zapi: Mi padre, El rey de
Gsús Bonilla.
Rapso: ¿qué es lo más
raro que te han dicho?
Zapi: No soy lo mejor
para ti.
Rapso: ¿Qué te
conmueve?
Zapi: El ideal.
Rapso: Otro poema
Zapi: Uno mío, el
penúltimo.
Flores de otro mundo (no es la película)
Nunca volví a comprar flores
en
la floristería
junto a nuestra
casa
por
si
me preguntaban
y
el nudo
de
la garganta
me
exterminaba.
Ayer me atreví
después
de tantos años;
allá
me fui
y
acaban
de
cerrarla
por jubilación.
Rapso: ¿algo que quieras
añadir?
Zapi: A ÑA DIR. Ridaña.
Y no se me ocurre nada más.
Rapso: Muchas gracias por
la entrevista.
Zapi: Gracias a Rapso
Os dejamos con esta canción de Deicidas